Artículo remitido por intercesped.net.
El modelo de desarrollo que hemos venido sosteniendo hasta el momento ha quedado no sólo obsoleto, sino que se ha evidenciado la insostenibilidad del mismo. Los daños irreversibles que dicho modelo de desarrollo ha causado en el ecosistema han hecho que, dada la sinergia negativa entre el ecosistema y la actividad económica, la ecología se erija como la variable fundamental y constante a tener en cuenta en aras a la sostenibilidad de un nuevo modelo de desarrollo. Ese nuevo modelo implica un consumo energético adaptado a las nuevas fuentes de energía limpias y, en general, un consumo de todos los recursos susceptibles de ser agotados.Uno de los recursos fundamentales que comienza a evidenciarse como escaso es el agua. Sí, el agua, fundamental para cualquier tipo de vida, un bien que escasea tanto por el proceso de desertificación ligado al cambio de clima como por la contaminación de mares, ríos y acuíferos ligada a la actividad industrial, actividad que no incluía la ecología como variable fija en el proceso de producción eficiente. Es por ello que hoy por hoy, evidenciado el drama, tenemos que afanarnos a diferentes medidas de consumo responsable de nuestros recursos hídricos.En los últimos años hemos asistido a campañas de concienciación ciudadana y proyectos educativos a tal efecto, medidas estructurales que implantan en grandes y pequeños la semilla del cambio en el uso de los mismos. Pero puesto que estas medidas son la semilla, debemos acompañarlas con medidas coyunturales que nos permitan una transición hacia los nuevos modelos, por ejemplo, cambiar las grandes superficies de césped natural por césped artificial.El césped artificial fue recibido con escepticismo hace unos años, pero con el tiempo se ha consolidado como una alternativa eco al césped natural, especialmente cuando se trata de campos grandes y de mucho uso, como los campos deportivos o los grandes jardines públicos.Las alfombras de fibra sintética se instalan sobre gravilla de manera que pueda drenarse el agua que pueda verterse sobre ellos y no encharcarse, algo especialmente útil en las zonas de baja pluviometría de clima mediterráneo donde las lluvias se presentan concentradas y de forma torrencial pocos meses al año. Es en estas zonas donde primero empezaron a evidenciarse las múltiples ventajas de este tipo de superficies, de hecho, la mayoría de instalaciones deportivas municipales y parques infantiles ya se han convertido a este tipo de superficies. Y no es casualidad ya que, además del evidente ahorro de agua al no tener que regar estas superficies artificiales, el ahorro en mantenimiento no solo es económico, sino también ecológico. En estas superficies no se usan ni abonos ni fertilizantes, así como tampoco máquinas de alto consumo eléctrico para la siega y recorte del mismo. Basta un poco de herbicida para suplir la ausencia de autorregulación bacteriana y un cepillado de las púas para mantener el césped artificial.Ventajas todas ellas que se refuerzan en espacios grandes y de gran uso, pues por ejemplo, un campo de fútbol municipal con césped artificial tiene una vida útil del mismo ronda los 12 años con bajo coste ecológico y económico, frente a la vida útil de un campo de césped normal que no pasa del año con elevados costes tanto económicos como para el medio ambiente.
